"Dame cuatro motivos para continuar con esto".
El ultimátum quebró en su cabeza al retumbar, cual manada de truenos, a través de sus oídos. Y la lluvia se asomó entre sus pestañas, como casi siempre, a la zaga de esos truenos; se asomó tímidamente hasta rebosar y resbalar por sus mejillas como si deslizara por una hoja tropical en medio del Amazonas. Todo su mundo, su vida, giraban alrededor de él; sabía de sus fallos y de todo el daño que le había hecho; pero también sabía que se lo había compensado con creces. O eso creía hasta este momento.
Intentó hablar, pero su voz se ahogó, sujeta por las cadenas del no poder fallar. Angustia, agobio, ansiedad; le empezaban a temblar las manos y el cuerpo. Tenía que salir a flote, pero se hundía sin remedio, lastrada por el hormigón de tan cruel frase. Conocía los síntomas, y sabía que tenía que hacer algo antes de que la histeria tomara el control, haciéndole sentir de nuevo que sus ojos escapaban de sus órbitas y su garganta sólo encontraría aquel aullido estridente para expresarse... y todo estaría perdido.
Tenía que calmarse. Trataba de respirar hondo, pero la hiperventilación era ineludible. No podría dominarlo por mucho más...
... Entonces sintió su mano, acariciando suavemente el antebrazo primero, y luego su espalda, para fundirse en uno de esos abrazos que tanto añoraba. Esos que le daba cuando aún demostraba su amor y cariño en cada instante, aquellos por los que había dejado todo para volcarse en él. ¡Qué error, cómo iba a saber que cambiarlo todo lo empeoraría todo! Pero esta vez consiguió dejarse llevar, tranquilizarse y sentirse en paz por vez primera en años. Lo necesitaba tanto...
Al calmarse, comenzó a hablar.
"Por los niños... por hacer que todo sea como fue... Por nosotros... por..."
No encontraba un cuarto motivo. Ni siquiera llegaba a ese punto. Comenzó a ponerse nerviosa otra vez, cuando él habló de nuevo.
"No pienses más, nunca encontrarás el verdadero motivo. Es un elemento que está fuera de nuestro alcance, pero está ahí. Y lo he visto. Solo puedo decir que... lo siento, fue mi culpa el alejarme tanto, y quiero arreglarlo".
Ella no daba crédito a sus oidos esta vez, nunca imaginó que pudiera. Por fin se imponía lo que ella creía, aunque desconocía los motivos. Todo su cuerpo se relajó, tanto que resbaló de entre sus brazos hasta llegar al suelo.
Él sintió como no podía sujetarla más, y se fue al suelo con ella. Trató de acurrucarse como había hecho tanto tiempo atrás, con la cabeza sobre su pecho, para descubrir con horror que aquel constante latir ya no estaba allí. Era un pecho vacío. Miró aterrorizado, y vio el rostro de ella radiante de paz por vez primera en su vida.
La soledad asoló con lo poco que quedaba en sus maltrechas y agonizantes vidas, había visto la luz demasiado tarde.
8 comentarios:
Esos abrazos que te hacen sentir en paz no deberían llegar demasiado tarde.
Cuánta razón tienes, así que no lo olvidemos :)
Uau! Me ha gustado, mucho. Estoy de acuerdo con mi tocaya... los abrazos no deberían llegar demasiado tarde...
pd: ¿no sabes que decir? ¿de bien, de mal?¿de impactado? xD
El aire que cesa, el fuego que deja de latir, la tierra donde cae, el agua de las lágrimas...
Como cambia todo con el quinto elemento.
Estremecedor relato, y como bien apuntas no hay que olvidar que un poco de amor puede mas que los otros cuatro elementos juntos :)
Un abrazo mvp!
Increíble relato! Cuán de importante es un buen abrazo a tiempo... Me ha estremecido, me ha emocionado. Me lo apunto como uno de mis favoritos!
Bien, por ahora eres el único que no se lo esperaba entonces. Es lo que queria conseguir :)
Debió haberla abrazado sin preguntar por los cuatro motivos... porque cuando quieres a alguien sobran los motivos, no?
Buen relato!
Si que sobran, si, pero eso es culpa del señor de las historias :)
Por cierto, a mi me gustó más mi relato de halloween, el anterior a éste. Al menos quedé más satisfecho.
Un saludo y gracias
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