miércoles, 11 de febrero de 2009

Paralelismos (III)



Una de las máximas en la física más básica es la ley de la conservación de la energía: ni se crea ni se destruye, solo se transforma. En química tenemos la de la masa, que sigue los mismos patrones, pero la otra es más famosa; ya se sabe la energía tiene más tirón como concepto y todas esas cosas. En cualquier caso me vale como ejemplo. Cuando se plantea este postulado siempre hay quien empieza a pensar por qué hay que hacer esfuerzos extra para conseguir la energía esperada, y es que el truco está en que no se transforma como queremos sino que adopta, tras el proceso que sufre, diferentes formas; lo que conlleva que se disipe parte de la energía inicial y el sistema final no equivalga a la conversión óptima. Hablando en plata, que por el camino se pierde parte (que no se destruye, es diferente; una moneda se te puede caer por un agujero en el bolsillo y la pierdes pero la moneda sigue existiendo).

Sí, son conceptos básicos al alcance de cualquiera. Lo que quería era establecer un paralelismo con la economía global, la archifamosa crisis que cada vez se parece a una más antigua, y que tanta miseria está causando en el mundo. Miseria que seguramente sea más atroz allá donde las cámaras nunca llegan y nadie lo sepa en nuestra parte del mundo. Cabe pensar que en la compra-venta financiera de los cuatro elegidos para jugar en los altos parquets de las bolsas mundiales, el dinero cambia de manos rápidamente, con eficacia y consiguiendo que unos ganen y otros pierdan (depende de quien sea el gestor de tu cartera, te puedes llevar un Madoffazo), como sucede en los casinos y demás juegos de azar. Detrás de esos papelitos (antes) o bits informáticos (hoy) se esconden todos aquellos que no forman parte del grupo de cuatro, aproximando unos seis mil quinientos millones de personas que se ven influenciados por lo que pasa en las esferas bursátiles. El caso es que por el camino de las transacciones se va disipando una parte, en la mayoría de los casos pequeña, en otros considerable, que van degradando el sistema hasta que entra en crisis y hay que solucionarlo: todo se vuelve al revés, el miedo se apodera de la gente y todo el proceso cíclico se rompe.

Por supuesto, se rompe por la parte más débil, ya que los cuatro que juegan con los seismil quinientos millones han incluido reglas especiales para ellos, tal que "si pierdo en este juego, me llevo esta multimillonaria comisión". Ese dinero sale de donde siempre, de la integral de los aportes diferenciales de los seismil quinientos millones. La suma de poquitos resulta un mucho. Ya podían devolver o repartir lo que tienen de más, seguro que se acaban muchos problemas.

Bueno, la historia es conocida. Lo más triste de todo es que los que sufren la crisis la toman con quienes son más débiles aún en su entorno, en lugar de reclamar a quienes les estafan desde arriba. Esos siempre se salvan, y lo organizan todo para que los culpables sean otros, quedando impunes. Eso se llama alevosía. Por razones iguales a esta hace ochenta años se cambió el rumbo mundial para desembocar en una guerra mundial, con ocho años de propaganda y manipulación.

Cuidado no vaya a pasarnos lo mismo para que cuatro gatos salven su culo y su tren de vida, que seguro que un fusil no cogen para defender su patria; se quedarán con el megáfono para llamar a otros que lo hagan.

4 comentarios:

telémaco24 dijo...

Al final el pato lo pagan siempre los mismos...
El problema es que no aprendemos de nuestros errores, y como la historia es cíclica, cuando salgamos de esta crisis entraremos en una época de bonanza, y entonces volverá a pasar lo mismo... Los ricos más ricos y los pobres más pobres...

Reithor dijo...

Pero la riqueza es la misma, si sumas la que tienen ricos y pobres. Pero son los pobres los que acaban por pegarse (revueltas, xenofobia, etc).

MaríaCristina dijo...

siempre ha habido mucho "listo" suelto...y el resto? pues aborregados...el circo lo tienen muy bien montado y ya puedes hacer lo que quieras que la taquilla es suya, como mucho te deján entrar en la jaula con los leones o hacer de payaso...

vive la guillotine!!!

Reithor dijo...

Eso mismo. En realidad lo que más rabia me da es que quien rompe los platos nunca los paga.