domingo, 18 de octubre de 2009

Miradas (II)


El secreto de sus ojos se olvidó mucho antes de que naciera el más viejo del lugar. Eran ojos negros, los más negros que pudieran encontrarse. Color de muerte, y es que ese era su secreto: habían sido los ojos más temidos, mortales en esencia, los auténticos ojos del portador de la guadaña. Nadie lo sabía, claro. Y ahí estaba, enterrado en el parque, bajo los castillos de juguete para los más pequeños. Estos no pensaban en matar, y nunca imaginarían que había sido el arma mortífera que había destrozado las vidas de muchas familias entre sus bisabuelos.
Bang!

6 comentarios:

Emma Grandes dijo...

Entonces, mejor que permanezca enterrado, igual que su recuerdo. Paradójico que se sitúe en el lugar donde juegan los niños. Enhorabuena ;)
Un saludito!

Rebeca Gonzalo dijo...

Una metáfora y un secreto que mejor tener enterrado, aunque el lugar quizá no sea el más apropiado. Un abrazo.

Dama Blanca dijo...

Qué grande tu microrrelato (aunque suene contradictorio xD), Reithor *-*

Y genial el detalle de la foto y los ojos negros.

Besos, ¡guaposo! =P

Jara dijo...

q esos ojos se apagan para siempre y su secreto se entierre sin que nadie lo pueda sacar a la luz.


me quedo con este.


besos

Pugliesino dijo...

Ojos que apuntan fijamente a la vida.

Brillante texto!

Un abrazo!

*Bien se podría enviar a la poderosa asociación del rifle ;)

Esther dijo...

¡Qué terrorífico!

Menos mal que ya el tiempo y el mundo lo tuvo que enterrar, como a todos nos pasará...

Saluditos.