El secreto de sus ojos se olvidó mucho antes de que naciera el más viejo del lugar. Eran ojos negros, los más negros que pudieran encontrarse. Color de muerte, y es que ese era su secreto: habían sido los ojos más temidos, mortales en esencia, los auténticos ojos del portador de la guadaña. Nadie lo sabía, claro. Y ahí estaba, enterrado en el parque, bajo los castillos de juguete para los más pequeños. Estos no pensaban en matar, y nunca imaginarían que había sido el arma mortífera que había destrozado las vidas de muchas familias entre sus bisabuelos.
Bang!
6 comentarios:
Entonces, mejor que permanezca enterrado, igual que su recuerdo. Paradójico que se sitúe en el lugar donde juegan los niños. Enhorabuena ;)
Un saludito!
Una metáfora y un secreto que mejor tener enterrado, aunque el lugar quizá no sea el más apropiado. Un abrazo.
Qué grande tu microrrelato (aunque suene contradictorio xD), Reithor *-*
Y genial el detalle de la foto y los ojos negros.
Besos, ¡guaposo! =P
q esos ojos se apagan para siempre y su secreto se entierre sin que nadie lo pueda sacar a la luz.
me quedo con este.
besos
Ojos que apuntan fijamente a la vida.
Brillante texto!
Un abrazo!
*Bien se podría enviar a la poderosa asociación del rifle ;)
¡Qué terrorífico!
Menos mal que ya el tiempo y el mundo lo tuvo que enterrar, como a todos nos pasará...
Saluditos.
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