Nombre

Si hay algo realmente difícil es ponerle nombre a aquello que te importa. Se puede bromear un rato, se puede uno reír de las hipotéticas consecuencias que tendrá llamar de una manera a eso que tanto te gusta y tanto te llena que no encuentras un nombre que le haga justicia; y claro para cometer injusticias ya se hacen a conciencia. Juegos de palabras, rimas, alegran los días antes de tener que pasar por registro. En mi caso ni me acerco aún a esa situación, pero sí que me he dado cuenta de cuán difícil es poner nombre a los personajes sobre los que escribo ahora en mis inicios como escritor amateur (que me corrijan los que saben latín, pero esto derivó en "por amor al arte" ¿no?). Podría juntar sílabas que le den un sonido fuerte, o fluído; que le den un carácter agrio o un nombre que preceda un pozo de sabiduría. Al fin y al cabo, cuando escribo lo que me gusta es que cada uno se pueda meter en el papel de algún personaje y se sienta identificado, así uno se lo pasa mejor, y la ausencia de un nombre para un Druida, para un Poeta o Escritor, para una niña o para un animal hacen, a mi modo de ver, más sencilla la identificación con alguien que conoces, o un ideal, etcétera.

Menuda sarta excusas para no buscar nombres...

Por otro lado, cuando uno escapa de esas páginas que llena de fantasía con su imaginación, se encuentra en este mundo donde es conveniente llamar a las cosas por su nombre; no sea que haya malentendidos. Y si hay algo que está de moda hoy en día, es buscar eufemismos y disimulos a cosas o situaciones que ya tienen nombre, pero no se les quiere poner. Cada cual que piense un ejemplo y lo comente