"Sabido es en este peculiar lugar que habito (y en el que trato de sobrevivir) que Halloween, esa celebración anglosajona que tiene una lejana base en el miedo (y sobre todo en el dejar de tenerlo cuando se es prepubescente), en estas latitudes, tiene otro significado: el invierno viene. Será por ello que empiezan a celebrar Halloween una semana antes que el resto de la humanidad, porque cualquier día pasa lo que pasa.
Y ese día ha sido hoy. Cuando aún el sol trataba de amedrentar a las grises nubes que acechaban sobre Potsdamned (Nowhere York), llegaron refuerzos y el Astro Rey se rindió a la evidencia: los rayos de luz que hace poco aún permitían echarse unas canastas en camiseta se despiden, sin piedad, ni volver la mirada ni derramar una sola lágrima. Más aún, será por el despecho, fueron las nubes quienes empezaron a derramar todo lo que encontraron: primero lluvia, luego aguanieve, y finalmente unos copos como puños. La chica nueva del laboratorio, proveniente de un país monzónico, sale a la calle emocionada por encontrar el blanco elemento por vez primera en su vida, mientras los ya veteranos nos miramos con cara de “se acabó, otra vez…” y la sugerimos entre risas que empaquete un poco y se lo mande a su madre (con la que hablaba por teléfono contándole que estaba nevando; imagino que dentro de unas semanas repetirá la comunicación para decir que no nieva). Ya oscuro, llego al coche, que triste espera con una capa de unos diez centímetros de nieve ya cubriéndole. El primer día es el más duro: los guantes quedaron en casa, así que a quitar la nieve a pelo; y sin gorro tampoco toca mojarse el pelo un poco. La destreza adquirida en mis dos inviernos anteriores me llevan a rápidamente dejar el vehículo en condiciones de visibilidad aceptables, y camino a casa, camino en el que ni de lejos volveré a rozar el máximo de velocidad permitida.
Una vez en casa y al refugio de la calefacción, las penas son menos. Un rato de chat hasta que comienza
Tercer invierno, sin comunicación, esto es el más difícil todavía.
Por supuesto, mañana tocará bajar al coche bien abrigado y con la pala naranja."
Y por la mañana, media hora antes de la hora programada en mi despertador, mi gran compañero de faena me manda un mensaje desesperado: no tiene luz, y su sistema de calefacción (tan moderno que está controlado por un ordenador central) empieza a no calentar lo suficiente. Que viva el horno de leña. Así que ha traído a su familia (dos niños de 3.5 y 0.4 años, esposa y madre) a mi casa, que a pesar de no haber tele al menos no se congelan. El que es capaz de andar me ha llenado el suelo de nieve en diez segundos, miedo me da...
Y si, ha tocado rascar, pero no cavar. Cero grados, 20 cm de nieve, árboles partidos, quitanieves. Demasiado tierno.
¡¡¡Empieza la fiesta!!!
8 comentarios:
Me he imaginado a Mr. Burns esperando a que empezase la NBA con el dedo sobre el botón rojo y partido de risa en su despacho. Bueno, a abrigarse y a pasar el invierno lo mejor que se pueda.
Besos
pues si... algo habrá que hacer. De hecho, casi toda esta entrada la escribí estando offline :D
Uy, me ha dao hasta cosilla leerlo. ¿Y si te pasa como a "El Extranjero" de Camus, pero por culpa del frío????
Ay dios, qué miedito ;-)
Ponte el abriguín, como decimos en mi tierra. Beso
bueno, ya hemos vuelto al SXXI... con internet y tv la soledad post-doctoral es menor.
O como al personaje de "el resplandor"
P.D: odio odio las letritas
el personaje de "el resplandor"... te refieres a Jack Torrance imagino. Por cierto, la película no hace justicia a la novela.
¿Que letras odias?
Creo que es la tercera vez que tenemos esta conversación: estas jodías letritas que demuestran que zoy humana y no un robot spameador
ah!
bueno, es la segunda. Podía ser mas grave...
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