El sudor se te va enfriando por la espalda, y da un escalofrío de esos que no tienen nada que ver con los que aparecían cuando escuchabas esas frases tan especiales que te hicieron sentir viva por vez primera. Esas gotas resbalan, navegando a muerte columna abajo, mientras un calor ambiental, frío en sentimientos, sin recordar siquiera aquel calor que hacía de los inviernos llamas del infierno, tan ardientes que sin problema fundieron el acero y la armadura que tuviste que llevar durante años. Con aquella armadura, el sudor no resbalaba, ni caía, ni se sentía; el frío metal ya lo daba todo. Pero desapareció, y ahora no lo encuentras, quisieras no quererlo pero no hay apoyo, ni balsa; como el madero que escapó del pecio y al que el náufrago se agarra, usando sus últimas fuerzas, a la posibilidad de que su vida continúe.
Y sigue deslizando hasta perderse donde la espalda cambia de nombre y más allá, sin que te la puedas quitar, haciendo esas cosquillas tan desagradables -¿por no poder devolverlas? ¿Por no desearlas?- del que, encadenado y atado, no puede ni moverse, ni rascarse, ni estornudar ni hacer nada más que seguir expuesto al calor abrasante. Llega el momento en que la desesperación se apodera de ti y enloqueces, sufriendo espasmos y agitándote para quitarte la molesta gota. Una simple gota, la que colma el vaso, tan fácil sería que se perdiera en el mar o en los ríos, pero no, tiene que estar ahí, presente, haciéndose notar dentro de su insignificancia.
Hasta que, presa del pánico, una burbuja de calma llega hasta el cerebro y te deja situarte en lugar de la gota; acelerando su caída hasta las cadenas y transformándote, una vez allí, en un corrosivo ácido que las destruye y te libera. Toca correr a ciegas, escapar, cambiar esas gotas por un océano en el que sentirse libre nadando.
Peor es cuando, al nadar libre, la isla que buscas no la encuentras y te acabas ahogando en el mar de calles pobladas de desconocidos en las sucias calles madrileñas.
Y sigue deslizando hasta perderse donde la espalda cambia de nombre y más allá, sin que te la puedas quitar, haciendo esas cosquillas tan desagradables -¿por no poder devolverlas? ¿Por no desearlas?- del que, encadenado y atado, no puede ni moverse, ni rascarse, ni estornudar ni hacer nada más que seguir expuesto al calor abrasante. Llega el momento en que la desesperación se apodera de ti y enloqueces, sufriendo espasmos y agitándote para quitarte la molesta gota. Una simple gota, la que colma el vaso, tan fácil sería que se perdiera en el mar o en los ríos, pero no, tiene que estar ahí, presente, haciéndose notar dentro de su insignificancia.
Hasta que, presa del pánico, una burbuja de calma llega hasta el cerebro y te deja situarte en lugar de la gota; acelerando su caída hasta las cadenas y transformándote, una vez allí, en un corrosivo ácido que las destruye y te libera. Toca correr a ciegas, escapar, cambiar esas gotas por un océano en el que sentirse libre nadando.
Peor es cuando, al nadar libre, la isla que buscas no la encuentras y te acabas ahogando en el mar de calles pobladas de desconocidos en las sucias calles madrileñas.
6 comentarios:
hola rei!!!!!!!!!!!!
qué tal las vacances por la península?????? supongo/espero que bien...yo ya a partir de hoy creo que me quedo quieta...bueno no demasiado...me mudo otra vez la semana que viene o la siguente a saber...vuelvo a las euskalherrias, a ver lo que me dura esta vez...
joder, marcos, si lo que no te pase a ti no le pasa a nadie...tienes un don para atraer ciertas "vivencias"...
bueno loko, a ver si me paso un día de estos y ya te doy la chapa que estoy muerta y en la luna de valencia, espero que se me pase pronto la tontería...muchos bss y cuidate
¡Buenas! A ti te echaba de menos yo. La ley innata ya está en la calle (y en la mula, aunque el mio es de los que subvencionan a mil intermediarios). Espero que el otoño te sonría un montón. En valencia la luna es menguante (con los cuernos hacia levante, se dice).
Un besote, a leernos :)
Me suena a muy triste todo :(
Nadar libre a veces no es tan fácil, pero ya sabes... en ocasiones lo difícil es mucho mejor. Sigue buscando, supongo...
Y yo a ver si me aplico el cuento y empiezo a andar hacia delante y sin mirar atrás. Aiiish!
Es bueno nadar, pero a veces uno prefiere navegar...
La ley innata de momento está en mi mp3, y en cuanto cobre estará en mi estantería.
Ánimo con la vuelta de las vacaciones!!!
wenas de nuevo loko!!! si no me dices lo de la ley ni me entero, ando de un lado para otro como una loka...acabo de llegar y ya me estoy yendo, y ahora ya si que para una buena temporada. Espero no desconectar demasiado del blog de nbadictos y pasarme x aquí...xo me parece que ya estoy descolgadilla.
bueno majo, te pongo una canción de tu querida ciudad que me encanta aunque supongo que ya la conocerás...muchos bss y a cuidarse doc
http://es.youtube.com/watch?v=TNYvu6dca7c
¡Buenas a todos!
Neus, te mando un abrazo lleno de ánimo y eso, a dejar de hacer el cangrejo.
Telémaco, pues si... pero no se puede navegar siempre, y por si acaso se hunde el barco, hay que saber nadar. Sobre todo los piratas :P A pasar por caja!!!
MariaCristina, gracias por la canción que no conocía :) No te olvides de los adictos!!! Nos vemos.
Mañana más, que me caigo de sueño.
Publicar un comentario