Todo sigue igual...

Ayer, o antes de ayer (con esto de la diferencia horaria no lo tengo muy claro) salió en un popular medio una fantástica entrevista al otrora presidente del CSIC y ahora Secretario de Estado de Investigación. Fragmentos especialmente hirientes:

-Los jóvenes investigadores «suspenden» al sistema científico español, en el que no confían...

-La perspectiva para los jóvenes científicos no me parece tan desastrosa como se pinta. El sistema de formación de jovenes científicos esta enmarcado en el llamado EPIF (Estatuto Personal de Investigadores en Formación), que en este momento contempla cuatro años, los dos primeros con derecho a Seguridad Social y los dos últimos, además, con contrato de trabajo y paro. Cobran 1.200 euros. Me gustaría saber qué otros becarios en otros ámbitos que no sean la ciencia cobran esa cantidad. Pero además de eso el Gobierno contempla aumentar esa suma en esta legislatura hasta 1.400 euros para el primer periodo y 1.700 euros en el periodo de contrato. Y además pasar la fórmula de dos y dos años a «uno más tres», es decir, uno sólo con Seguridad Social y los otros tres con contrato.

La perspectiva de los jóvenes científicos es muy buena. El EPIF, por desgracia, es la mejor de las leyes comparada con las anteriores en un tímido intento de poner coto al sistema de contratación basado en economía sumergida exitente en la ciencia española, si, es economía sumergida, en cada beca se exige trabajar, pero se ofrece beca. Las becas son para transporte y comedor en el caso de alumnos en enseñanza de primer y segundo grados, según se estipule la ley. Una vez se es licenciado y se desempeña una labor que produce beneficios en forma de conocimiento y publicaciones científicas en revistas internacionales, a ese licenciado se le exigen 40 horas de trabajo aunque en bastantes casos se acerque a las milagrosas 65 que se proponen en Bruselas, se le otorga un período vacacional de veintitantos días, esa persona deja de ser un estudiante. Su labor profesional conlleva la consecución de un doctorado, pero no deja por ello de ser una labor profesional. Por eso, lo que se requiere no es un EPIF, es un Estatuto de Trabajador como en cualquier otra profesión, no es un Real Decreto que ni siquiera regule a todas las organizaciones becantes, sino una Ley que regule la contratación desde el principio. Cualquier otra cosa, la considere o no desastrosa, está por debajo del umbral mínimo de dignidad del trabajador.

Sobre la Seguridad Social, quisiera remarcar que hay Seguridades Sociales de primera y de segunda, ya que la que se otorga en el fantástico EPIF excluye cualquier tipo de baja, excluye cobrar desempleo al terminar, y lo peor, excluye indemnizaciones por accidentes laborales y/o defunción durante el trabajo. Es una Seguridad Social al hilo de los tiempos que corren... virtual.

Sobre el dinero, que sólo habla de dinero, muy bien; pero le recuerdo que para conseguir IGUALDAD se tiene que hacer a base de derechos. Que las obligaciones, las cumplimos. Cumplan ustedes las suyas. Que mucho querer una ley de la ciencia, mucho querer traer 50 000 científicos, pero nada, que vengan solos.

A santo de esto último, ya se ha anunciado que van a reducir las plazas de científicos en el 2009. Bendita crisis immobiliaria, que quita trabajos en ciencia. La ley de vasos comunicantes será... Así se estimula la creación de plazas en el sector privado, ese al que las crisis nunca les afecta.

Podría seguir, pero va a ser que no, ya hay bastante bilis aquí.