martes, 26 de febrero de 2008

Castigado



Tras acabar un lunes que en ámbito global ha sido la continuación de un fin de semana bastante agradable y movidillo, parece que sin motivo, el vacío se agarra al corazón (y al hígado, y al estómago...). Las piernas cansadas tras la mejor pachanga de baloncesto desde que he llegado y la rodilla que parece recuperada, con las pruebas de mi interminable artículo ya viendo el final del túnel, sabiendo que la patente se ha extendido al globo entero (yo seguiré sin cobrar, como siempre), tras haber pasado un sábado en la nieve esquiando como nunc
a creí que disfrutaría con semejante deporte. Nada va mal, todo va bien, menos la dichosa luna que mengua, y con ella mi ánimo, quizás mi voluntad, tal vez nieve sobre mojado.

Pero ya me conozco, y se que es temporal, que se pasa en una semanita de nada. Es lo que tienen los años, te dan la oportunidad de aprender (¿y tú, qué has aprendido en tu tiempo?). ¿Qué es lo que queda pendiente? Detalles... Esos barrancos, Cholo, sé que no me lees pero no se me ha olvidado. Hoyd, Moscú nos espera. Tampoco se me ha olvidado. Irving, hay que subirse a un escenario a hacer esas versiones de Los Ramones, por supuesto que no se me ha olvidado. Y tantas cosas que me dejo en el tintero, páginas sin acabar, para una vida que, siendo tan larga, tan corta se hace. Será que se nos tiene que olvidar todo lo que hemos hecho, lo que hemos conseguido, a dónde hemos llegado, para poder ponernos nuevas metas y nuevos retos.

Mientras sigue menguando, y me castiga con mi ración mensual de melancolía, nostalgia y añoranza. Habrá que quedarse de cháchara otra noche de verano saconita más, con la chasca, la chistorra, las historias, la sangría infernal y una guitarra con su terco knock knocking on...

Habrá que volver a tumbarse mirando al mar, con las calmadas olas de la ría y su incansable muñeira particular, esa que se graba en las caracolas, con el olor a sal y escuchando a todos los amigos que por allí pasaron, compartiendo el tiempo libre que se desconocía faltaría en el futuro. Los momentos buenos son para recordarlos, revivirlos, y no dejar que caigan en el olvido. Poder recordar cada risa sólo por estar allá donde ésta sonó, donde hubo música sin más instrumentos que voces alegres y... risas.

"La voz no hay quien la pare, ni rejas ni barrotes ni nada" K. R.

2 comentarios:

Irving el navegante dijo...

Allí estaremos, no lo dudes.

Un abrazo y no te preocupes que yo les trasmito al "Choro" (a ver si te lo aprendes ya) y al Hoyd lo suyo.

Reithor dijo...

no esperaba menos :)

Es que se me ha pegado el acento chino, y ya diré cholo siempre ;)