cuando la luna se queda en nada...

Hay veces que los corazones tallados a navaja en los torsos de los naranjos, han sido borrados y sus tatuajes no se ven. Otras veces, las que un dios llama a la puerta para pedir las pinzas de la ropa que se le cayeron al patio, se olvidaron y sólo queda el resonar del timbre, opaco, cuando es otro quien llama. En ocasiones se nos olvida que un día, no hace mucho, cortamos la garganta del gallo que quiso cantar alboradas, celebrando que la noche moría. ¿Se nos olvida cuando entró ese, flaco y mojao como una raspa de pescao, como nos ilusionó? O acaso las tripas que han aprendido de puños cerrados, y los amargos tragos que las han regado tanto tiempo, aún están en pie frente a la soledad, mientras el pan se endurece. O será que se está apagando el sol que te alumbró y me mató... Se nos quedó la alfombra llena de mierda perdida, para no olvidar el planeta en que vivimos. A fin de cuentas, desobediente como el viento de poniente, sin seguir el rebaño al desconfiar del pastor, levantando la voz sobre la sorda ignorancia, con más fuerza que los ladrídos, conseguiste levantarte con un corazón de mimbre que anoche fue de piedra. Que no se rompa, por mucho que se doble.

Da igual que el mundo anoche se me quedara pequeño, y me inventara un mundo de puertas abiertas donde los besos no sepan a mierda. Al final, lo que vale es ordeñar las ubres de la luna para que cuando amaneza no sepa a poco. O, lo que es peor... a nada.

Pero...para vivir en una canción de Marea, creo que esta es la mejor.