miércoles, 28 de noviembre de 2007

Demos las Gracias!!! (I)



La semana pasada sucedió el único puente oficial en USA, que fue aprovechado dado el candadazo en la Universidad para irnos de excursión. Tras la amable invitación de Caroline y su madre, nos fue imposible a Javi y a mi negarnos a visitar Boston en una fecha tan insignificante en el resto del planeta, y tan descaradamente trascendente en "the world" (the world limits on the north with Canada, on the south with Mexico, and is surrounded by two oceans, aún no se quien fue el gañán que tradujo world por mundo, cuando significa USA). Dado que es una fecha en la que estar solo está cuando menos mal visto, conseguimos que también invitaran a Ward, nuestro chino de Hong Kong (la procedencia es muy importante) y a Melina, la chica alemana nueva que está de intercambio y había llegado un par de semanas antes. Además, Caroline invitó a su amiga Britney, con lo que en dos coches ibamos a cerrar la visita a la capital de Massachussets.

Tras una mañana de miércoles bastante ajetreada y una maleta hecha rápidamente y con sus consecuentes taras, nos encaminamos a Hebron, aldea (entiéndase por aldea acumulación de casas, dispersas, sin llegar a ser tan importantes como para tener código postal propio), donde nos hospedamos durante nuestra primera noche de este viaje. La mitad del mismo fue nocturna y pisando huevos, cosas de atravesar Adirondak Park de noche y con nieve en las cunetas. Porque sí, amigos y amigas... la nieve vuelve a mi vida, de nuevo presente, y parece que por muuuchos meses. La casa de Caroline y su madre resultaron de lo más acogedor imaginable, nos hicieron hueco por separación general (quiero decir, de género) y una cena iberico-yankee de lo más interesante.

Para la cena aportamos dos tortillas de patatas y champiñones, ya con denominación de origen Pita, un albariño y un par de riberas de duero que encontramos perdidos en Potsdam, no está mal... el premio fue para el blanco esta vez. Por el lado neoyorkino una lasaña fantástica con carne y espinacas, y una ensalada bien jugosa. Además de un pan de ajo del que me tuve que hacer partícipe para no ser el único sin probarlo y no poder hablar con nadie luego. La nota de humor la puse yo nada más empezar la cena, ya que la pata de mi silla se encaramó en un impredecible agujero en el suelo, y el desequilibrio a cámara lenta me llevó al suelo con parte de lo que había en la mesa. Ninguna lesión física, pero al levantarme la dignidad decidió quedarse donde había caído, así que me tocó reirme de mi mismo, qué remedio... na, hay que reconocer que fue bastante cómico. Tres postres coronaron la maravillosa cena, un flan, un bizcocho y una tarta de calabaza, todos muy ricos. Y con muchas vitaminas, claro, no sea que nos enfoquemos.

Esa noche fuimos a Saratoga Springs, pueblo universitario por lo visto, que hablando antes de llegar Javi y yo asociamos, según nos contaban, con Salamanca o alguna otra ciudad española conocida por la farra estudiantil. Nos reunimos con muchos excompañeros de Caroline, tratamos de entrar en algún bar, no sin problemas, ya que solo cogen el carnet de conducir del estado ó el pasaporte, y este a veces se queda en casa no sea que se pierda. Así que na, no pudimos elegir, sino más bien acabar donde nos dejaban entrar. Así que el primer lugar estábamos como piojos en costura, demasiada gente, y con las tallas que gasta aquí la gente no es de lo más recomendable la verdad. Rápidamente nos zafamos de la red de pescador que suponía el primer lugar para ir a un sitio tranquilo donde estar sentados. Bonito, a pesar de que cada 5 minutos un camarero abriera la puerta de atrás y echara a alguien como en las pelis: cogido del cuello de la camisa, cogido del pantalón, y un saco menos. Estos se dirigían a la puerta para volver a entrar, dantesco. Finalmente, y esquivando lágrimas de las nubes, encontramos a la de tres un sitio donde soportar reaggeton para que bailaran nuestras niñas, y allí estuvimos media hora, para acabar volviendo a casa bastante contentos con el desarrollo del día... y a descansar, ¡que al dia siguiente a viajar!

Un desayuno que explica bien los problemas de obesidad del país nos esperaba, con su aroma, en la cocina americana. Tortitas, bacon, café, zumo, pan, bollos, el bizcocho que sobró por la noche solo para empezar... Tras hincharnos bien, despedirnos del caballo (sí, tienen un caballo) y del gato Tequila, rumbo a Boston, sin incidentes. Una vez allí descubrimos que nos vamos a quedar en un edificio que es un hotel partido en dos partes, el hotel propiamente dicho, y una sección de apartamentos. Pues a los apartamentos, donde unos amigos de esta gente tenían dos, donde nos quedamos y donde cenamos. En pleno centro de Boston, con vistas al canal Fort Point, majestuoso... ¡cuanto lujo! Na, no nos vamos a quejar. Impresionados nos quedamos: el apartamento con la típica decoración snob, muy amplio, pocos muebles, solo lo imprescindible, y mucho contraste. Un equipo de música para alardear de él, y una cocina muy funcional para hacer el pavo que tocó cenar. Este va en dos partes: el relleno y la parte trincada que me tocó partir y repartir. Muy bien todo. Acabamos bien hartos (y aún así sobró más de la mitad, siendo siete personas) mirando por la cristalera y contando historias, esperando la tradición que explica el por qué de Thanksgiving Day.

Lo que se celebra en esta fecha es que al día siguiente comienzan las rebajas. Sí, como suena, es el mayor exponente del consumismo que he conocido. A las 12 de la noche, que comienza el Black Friday, abren las tiendas, y hay masificaciones para encontrar las mejores ofertas, que son del tipo "tenemos 5 ordenadores nuevos a 20$". Vamos, hay tortas... y como no pueden faltar, hay policias para evitar trifulcas, aunque acaben enfrascados en ellas. Desistimos de asistir a este evento, reservándonos para el viernes, y disfrutando de ese compuesto natural en el pavo que adormece...

3 comentarios:

Irving el navegante dijo...

Qué experiencia... ¿te sientes patriota? (americano claro)... O todavía hay un corazón de sangre roja latiendo en tu interior...

Un abrazo

Reithor dijo...

creo que algo de sangre roja me queda, cómo puedes dudarlo...

Reithor dijo...

pero vamos, los partidos de hockey en la universidad, que ponen el himno canadiense y el yankee, tocados por la banda musical de una escuela de ingenieros, te puedes imaginar. Como si pones al castor compañero de arrollo a tocar el trombón de varas. Porque algo sin varas no podría tocar, claro.