En aproximadamente 100 días llega el verano, la tradicional época de descanso y relajación, desconectar del día a día del trabajo. Tiempo para pasarlo bien, para visitar sitios diferentes, para hacer todo eso que no da tiempo a hacer el resto del año: desempolvar discos de antaño, sacar brillo a la guitarra, arreglar esas cosas de casa, etcétera.
Todo eso es diferente cuando esos días constituyen volver a casa. Salir momentáneamente, por sexta vez, de un paréntesis personal que ya pasa de dos años. Ver a la gente que echas de menos, a esa con la que solías hablar a menudo y ya apenas lo haces; y ver a otra gente nueva con la que desde la distancia estrechas lazos que llevan a un aprecio diferente, nuevo, a quienes comparten esas horas en las que aquí no hay nada que hacer.
Así que, cuando llegue el verano, tocará disfrazarse de viejo rockero (si es de los que murieron en acto de servicio mejor), afinar las cuerdas y armonizar el tiempo que hay para que no ocurra lo de que sabe a poco. Que el tiempo que hay es el que hay, no vamos encima a malgastarlo en protestar de que es poco.
6 comentarios:
Joer, a mi me llaman impaciente... Aún no ha llegado la primavera y ya pensando en el verano. Aunque bueno, con tanta nieve como habrás "tragado" este año no me extraña.
Que se te hagan breves estos cien días.
Un saludo!!
Si, pero es que ya tengo billetes :D
No conocía esta versión, qué buena, habrá que ir afinando cuerdas sí...
yo tampoco :D El goear no es tan profundo como youtube pero tiene sus joyitas...
Yo quiero conocerte YA! :P
Aún me va a tocar esperar... lo sé... Algun día :)
Te he echado de menos estos días que he andado perdida.
bueno, Zaragoza no te pilla tan lejos :) Tengo un mapa para quienes se auto-pierden.
Un abrazo, cuidate
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