lunes, 2 de marzo de 2009

Preso



Se asomaba entre los barrotes que sujetaban la ventana, por los cuales cada noche lloraba el rocío y se petrificaba por el frío. Abandonado no sabía hacía cuanto, el hambre le había llevado a tratar de escapar, pero no encontró la manera, y se dedicaba a mirar ansioso por la ventana. Había intentado sin éxito escarbar en la dura piedra, morder el frío metal que codificaba las vistas, incluso embestir contra la recia puerta de madera. Pero no encontró la manera. Estaba tan desesperado que incluso aullaba durante las noches con la esperanza de que sus lamentos se dejaran caer por unos oídos bondadosos que le liberaran, y así correr libre por los campos de nuevo. Otra noche más en su fría jaula, la comida que le dejaron -cada vez más escasa- y el agua ya rancia y estancada hacían que su escaso raciocinio se torciera aún mas, acercándole un poco más a esa locura fruto de la desesperación, del ver el futuro abocado a ser un escaso día a día con cercano y lúgubre desenlace. Pero la esperanza se presentaba en su olfato, y volvía a somarse entre los barrotes.

Sí, podía ser, el rastro era inconfundible. Ladró, sin el vigor de antaño, más bien era un sollozo; si hubiera sabido llorar lo habría hecho. El sonido de los pasos por las escaleras le llevaron a saltar y no parar de ansiar salir, agitando el rabo sin parar, sin poder contenerse y necesitando salir de allí dentro. Veía una y otra vez que la puerta se abría y una rendija de luz atravesaba el marco de la puerta, pero no... aún no, ¿ahora? No, todavía no. ¿Salir corriendo? Todavía no.

Se escuchó el eco de los pasos cada vez más alto, pasaron por la puerta y se alejaron. Volvió a lamentarse, a ladrar sin cesar, necesitaba salir, no aguantaba más la depresión de estar allí recluido. Había nacido para ser libre y perseguir animales por los campos impulsado por sus poderosos cuartos traseros y a la orden de su amo, no para estar como una princesa de cuento en lo alto de un castillo. Ni siquiera comprendía el propósito de aquello. Empezó a sentir el pánico de estar condenado, de haber perdido el amor y el respeto, de no ser útil nunca más y por ello ya no le querían. Qué desagradecidos y fríos podían llegar a ser.

Pero los pasos volvieron. Y esta vez les acompañaba un sonido conocido, el tintineo de la correa. La esperanza resurgió, se le aceleró el pulso y se preparó para salir de nuevo. Hasta había olvidado todo lo que le habían enseñado, correa era estarse quieto y mostrarse noble ante el resto de personas, para honrar al amo mostrándose pacífico y educado.

Finalmente se abrió la rendija que tanto ansiaba entre los arañazos a la puerta, metiendo el hocico para abrirla y salir zingando. En cuanto pudo se echó escaleras abajo dispuesto a salir a la calle, no le olía nada bien el asunto desde que le habían cambiado el amo.

"Maldito chucho... ¡ahora verás!" Y se dirigió a la salita, abriendo un cajón sacó la vieja escopeta de su padre. "no te escaparás, perro rastrero", y abriendo la ventana buscó al animal. Su lomo plateado brillaba bajo la luz de la luna, mientras se alejaba. Si perdía el tiempo perdería el rango, y apretó el gatillo.

El perro oyó el disparo detrás suyo, lo que le hizo detenerse en seco. Las horas de cazar eran de día, no entendía nada. Lo insólito de la situación le hizo regresar, y descubrió al nuevo amo tumbado en el suelo sin responder a sus lametazos, con la escopeta en la mano y sangrando abundantemente por un ojo. No había nada que hacer, así que dio media vuelta y marchó rumbo a ninguna parte.


7 comentarios:

telémaco24 dijo...

Escribes tan bien como siempre.

Oye, sobrevives a la tormenta de nieve?
un saludo!!!!!

Reithor dijo...

Claro, esa tormenta aquí lleva desde finales de Noviembre... no ha cambiado nada.

Neus dijo...

Bonito, doloroso.

Precioso por como escribes, amargo por como termina.


Keep it up!

Reithor dijo...

buenas! Gracias. A saber donde andas, que no se nada de ti desde hace unos dias, espero que lo estés pasando bien :)

Termina... pues como terminan muchas cosas, desgraciadamente. ¡No todo puede ser de color de rosa siempre!

mortfan dijo...

Me encanta la historia y cómo lo narras. Y gracias por los comentarios en mi blog, así también he visto el tuyo
¡Un gran descubrimiento para empezar el día!
Nos leemos. Un bico.

Reithor dijo...

gracias pues, esta es una de las que menos ha triunfado...

¡un saludo!

mortfan dijo...

Pues a mí me ha encantado. Será que trato con perros abandonados cada poco y me ha llegado...