Toca quitarse el sombrero, Ro. Por qué buscar fuera lo que tenemos en casa. Cada frase es un puño golpeando esa mesa en la que tanto se juega y al final, son dos los que pierden.
Uno de los pasos para hacerse adulto es darse cuenta de que la vida se acaba. En ese momento, cuando la idea se asienta y eres consciente del tiempo limitado y que no vas a poder hacer todo lo que has soñado -ni siquiera una pequeña parte- comienzas a elegir...
Cuando se me rompió el amor quise soñarte. Cuando conseguí soñarte, quise ponerte rostro. Cuando te encontré vi que Después de habérsete roto el amor, habías soñado. Cuando te dije hasta luego, mis palabras escondían el querer soñarte. Cuando te eché de menos me hundí en la desesperación. Cuando salí a flote, vi una Estrella. Cuando me equivoqué y seguí hacia adelante, deseé que el camino fuera curvo para poder llegar donde te quedaste. Cuando el camino nos separó conseguí encontrarte. Cuando despegaste del suelo y descubriste tus alas de ángel, aprendí a volar. Cuando me contaste un secreto, lo guardé como un tesoro; y cuando me respondiste con toda la respuesta a "¿como estas?", te escuché con más atención que si fuera yo mismo quien hablara. Cuando lloraste recogí las lágrimas y las guardé para regar el pasado; cuando reíste me quedé con cada sonido para regar el futuro. Cuando te volviste a mirarme me descubriste guardando sentimientos reservados a quien soñé cuando se me rompió el amor. Cuando ya no quedaban motivos para negarlo, lo confesé todo, quedando a merced del temido rechazo, sujetando el amor sin saber si crecería, o se volvería a romper.
Y Después, al terminar de soñarte, a mi lado despertaste.
Cuando se me rompió el amor quise soñarte. Cuando conseguí soñarte, quise ponerte rostro. Cuando te encontré vi que Después de habérsete roto el amor, habías soñado. Cuando te dije hasta luego, mis palabras escondían el querer soñarte. Cuando te eché de menos me hundí en la desesperación. Cuando salí a flote, vi una Estrella. Cuando me equivoqué y seguí hacia adelante, deseé que el camino fuera curvo para poder llegar donde te quedaste. Cuando el camino nos separó conseguí encontrarte. Cuando despegaste del suelo y descubriste tus alas de ángel, aprendí a volar. Cuando me contaste un secreto, lo guardé como un tesoro; y cuando me respondiste con toda la respuesta a "¿como estas?", te escuché con más atención que si fuera yo mismo quien hablara. Cuando lloraste recogí las lágrimas y las guardé para regar el pasado; cuando reíste me quedé con cada sonido para regar el futuro. Cuando te volviste a mirarme me descubriste guardando sentimientos reservados a quien soñé cuando se me rompió el amor. Cuando ya no quedaban motivos para negarlo, lo confesé todo, quedando a merced del temido rechazo, sujetando el amor sin saber si crecería, o se volvería a romper.
Y Después, al terminar de soñarte, a mi lado despertaste.
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